Publicado por
Oscar Nenen
- Obtener vínculo
- Correo electrónico
- Otras apps
Las Praderas
Sumergidas
Si hay una zona
oscura, una porción del territorio bordemarino del que los Clanes Huilliches
eviten hablar y mucho menos quieran alguna vez visitar, esas son las Praderas
Sumergidas. Comparables al Cementerio de Rocas, al Mar de las Voladoras, o a
las siniestras Cavernas sin Tiempo, se trata de un extenso pedazo de costa que
por sus características geológicas ha permanecido inalterable al paso de los
siglos, desde la remota época de la Gran Batalla de las Culebras.
Se supone que
después de la promulgación del Pacto Bordemar el universo se estabilizó y
recobró su total armonía. La naturaleza (ya liberada de las nocivas
intervenciones de Ten Tén y Kai Kai) reinició sus acostumbrados ciclos y
devolvió la calma a todas las criaturas, desde las más microscópicas hasta las
de mayor raciocinio.
El descenso de las
aguas marinas fue la mejor muestra de que el mundo había iniciado un camino de
sanación y restauración. Los seres humanos pudieron volver a contemplar la casi
olvidada arena de las playas y el sol secó por completo la flora de los
territorios que estuvieron anegados por largo tiempo. Sin embargo, hubo un
sector costero que se resistió a drenar sus aguas estancadas. Ya sea por falta
de cauces naturales o por los hundimientos del terreno, las mentadas Praderas
Sumergidas se quedaron así, sumergidas.
Extensos pozones de
aguas turbias y fétidas, atrajeron en seguida a toda clase de alimañas… y a no
pocas bestias conjuradas por alguna magia maligna. Los sombríos humedales
resultaron ser el ambiente propicio para que los odiados basiliscos incubaran
sus crías y se reprodujeran con inquietante rapidez. Lo mismo sucedió con los
huevos de vilpoñis. Así, una silenciosa pero mortífera guerra territorial
enfrascó a ambas razas de pequeños reptiles venenosos. Los Kueros también
hicieron su arribo y se apoderaron de los rincones más profundos de la inmensa
ciénaga. Paradojalmente, su innato talento para cazar trajo el equilibrio que
las reyertas entre los basiliscos y vilpoñis necesitaban con urgencia…
Con el transcurso
de los siglos, aquellos páramos olvidados por la memoria humana dieron origen a
innumerables leyendas y rumores de muertes. Se propagó la idea de que las
Praderas Sumergidas eran un lugar maldito, porque ni los herederos de la magia
de Kai Kai Vilú ni los de Ten Tén Vilú habían reclamado como suyas esas
tenebrosas regiones. El aire allí era irrespirable (ni las aves sobrevolaban el
espacio aéreo), y el firmamento lucía unos eternos nubarrones que cubrían con
una garuga permanente esa asfixiante atmósfera. Algo sinuoso y obsceno y muy hambriento
deambulaba por las pantanosas aguas; algo que no parecía atado a ningún poder
místico de los conocidos por los Agoreros o los hechiceros Wedas.
Cuando a Karimonei
le hicieron falta algunos Peuchenes para sortear la Tormenta de Piedras Rayo y
recopilar los afamados fragmentos del cielo, se cuenta que viajó hacia las
Praderas Sumergidas y capturó bajo un embrujo a koylatufe y Allipén. No fue una labor sencilla, pues se tuvo que
enfrentar al espíritu carnívoro que flotaba y se zambullía como amo y señor en
las aguas putrefactas; un ser incorpóreo llamado Kulpad.
Los habitantes del
fondo oceánico tampoco han estado ajenos a las historias que se relatan respecto
a esos límites del mundo de la superficie. Ni el camuflaje de las gaviotas
señuelo ni las andanzas furtivas del Treguaco han podido clarificar lo que
ocurre en esa zona marginal. No obstante, el actual líder de los hechiceros
marinos ha descubierto una interesante información que tiene que ver con
Pontro, el autoproclamado Rey Kuero…
En las páginas de
“Machitún”, Mallea y Ewem han iniciado un insólito viaje hacia las Praderas
Sumergidas, aún a sabiendas que se trata de un territorio plagado de peligros.
La razón:
¡encontrar un valioso nido de Camahuetos!