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SEMILLAS DE CAMAHUETO

EL LEVISTERIO



El Levisterio

   Finalmente, el cartógrafo español José de Moraleda tuvo que reconocer la supremacía del poder que habitaba en el mundo bordemarino. Sus transformaciones de mutante, sus acrobacias mientras levitaba, y sus conjuros verbales no pudieron igualarse a aquella muestra de fuerza mágica que brotó con potencia de los brazos de la machi Chillpila.

   La mujer nativa había logrado lo imposible: que el robusto navío donde se hallaba la tripulación de Moraleda se moviera a su completa voluntad. Desde el lugar donde permanecía anclado, el ampuloso barco se había desplazado hacia la playa envuelto en una energía invisible. Las olas habían retrocedido, menguando su vaivén, a medida que el casco de la embarcación trazaba un surco en las arenas y terminaba deteniéndose a varios metros lejos del océano, justo al borde de un bosquecillo de arrayanes. Durante la silenciosa maniobra, todos los presentes habían quedado como paralizados viendo el despliegue de semejante poder.

   Sin embargo, los más sorprendidos eran los hechiceros wedas, ocultos tras los roqueríos adyacentes a la Playa Prohibida. No lograban asimilar esa demostración de la antigua magia de Ten Tén. ¿Cómo era posible que los humanos hubiesen recuperado hechizos de esa magnitud? ¿Acaso algún Esbirro había descubierto la entrada a una nueva Caverna sin Tiempo? ¿O sería que las viejas Voladoras y sus intrigas anatemas estaban detrás de aquel mentiroso prodigio? ¿O se trataba de una estrategia elaborada por los poderosos Chuquinches que aún quedaban vivos en las cimas del mundo? ¡Las dudas eran muchísimas y para despejarlas de ahora en adelante sólo podrían confiar en el espionaje de las Gaviotas Señuelo o la intervención directa del Treguaco al interior de los montes!     

  Ajenos a la incertidumbre de los habitantes del mar, José de Moraleda y la machi Chillpila conversaban frente a frente en medio de las arenas. El Duelo de Magia había concluido y al contrario de lo que pudiera pensarse, los adversarios no daban muestras de destruirse mutuamente.

    Más tarde, Chillpila le contaría a su custodio Guallipén de qué habían conversado con tanto interés. El dibujante de mapas oriundo de Europa, había reconocido que su dominio sobre la magia estaba muy por debajo del nivel de la machi. Él anhelaba que ella le pudiera dar a conocer algunos de sus secretos como hechicera o sus recetas de infusiones para sanar los males del cuerpo. Decía que le intrigaban ciertos mitos que los nativos incluían en sus conversaciones cotidianas, como por ejemplo la constante mención de un lugar idílico mentado como La Ciudad de los Césares. Habiendo viajado y conocido gran parte de las islas del archipiélago esbozando su labor como cartógrafo de la Corona, Moraleda veía la realidad del universo bordemarino con otros ojos. Sabía que las mareas del océano profundo y los milenarios bosques de alerce escondían un saber y una magia ancestral que ningún winka imaginaba, ni siquiera el de mente más abierta o creativa.

    Así pues, Chillpila y el brujo español llegaron a un reservado acuerdo.

  Y para sellar aquella alianza, José de Moraleda le hizo un regalo a la machi, un obsequio de incalculable valor: el increíble Levisterio. Le aseguró que si aprendía a utilizarlo y le daba un sabio uso, lo más probable es que dicho Libro la convertiría en la más famosa de las brujas y cambiaría incluso el rumbo de la historia mítica de su gente.

   Al principio Chillpila creyó que los decires del navegante eran sólo exageraciones. Las arrugadas páginas del Levisterio estaban repletas de imágenes y escrituras indescifrables. Nada en aquel texto recubierto de cuero animal llamaba su atención. Pero Guallipén la sacó de su ignorancia.

    El Levisterio, más que un libro de magia, era una poderosa arma. Todos sus misterios y secretos estaban escritos a mano alzada en Castellano arcaico y Latín vulgar; lenguas que Guallipén dominaba gracias a su crianza al interior de la Orden Jesuita instalada en la aldea de San Antonio de Chacao.

    El Levisterio vendría a ser el comienzo de todo.