Publicado por
Oscar Nenen
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Coyún
La capacidad o habilidad de algunos seres para transformarse
en otros organismos a partir de la mutación de su propio cuerpo, es un aspecto
de la magia bordemarina que se conoce desde la Gran Batalla de las Culebras. Se
supone que en medio del tormentoso combate, la culebra Ten Tén llevó a cabo el
despliegue de un hechizo extremo: el Coyún. Este consistió en preservar o salvar
la vida a muchísimos humanos, alterando y torciendo su anatomía. De esa forma,
algunos quedaron convertidos en peces o lobos marinos, otros en aves costeras,
y otros, en distintas entidades de la naturaleza, como árboles y enormes rocas.
Aunque semejante conversión fue permanente, al menos sirvió de consuelo para
evitar que centenares de hombres y mujeres perdieran sus almas a merced de la
furia de la enemiga Kai Kai…
No obstante, si nos remontamos al pasado y revisamos
los Mitos Kuerinos o la vida de ciertos taumaturgos contemporáneos de Garilé,
hallaremos no pocos indicios de la búsqueda del Coyún como un método bélico para
engañar a los adversarios de la superficie. Ya los sirvientes más devotos de
Kai Kai daban muestras de profesar los primeros intentos en ese arte
desconocido.
Después de finalizado el conflicto cósmico que redefinió
el universo bordemarino, varias facciones quisieron desentrañar aquel conjuro enarbolado
por la victoriosa culebra Ten Tén. El Coyún resultaba un talento muy atractivo
para aprender, utilizar y dominar.
A pesar de que el Cementerio de Rocas y las
Praderas Sumergidas eran un penoso recordatorio de los límites que la diosa
terrestre había traspasado (llevada por su afecto hacia los Clanes Huilliches y
su pura desesperación), la curiosidad y ansias de poder eran cuestiones
difíciles de extirpar en ciertos corazones. Tanto los Hechiceros Wedas como los
ancianos Agoreros ocuparon gran parte de su tiempo en intentar desentrañar las
fases del escabroso poder... pero sin aparentes resultados. Varios rumores
aseguran que los Wekufes orquestaron aquellas ambiciones desenfrenadas y las
alimentaron desde el principio, escondidos en lo más oscuro de las Cavernas sin
Tiempo.
La verdad es que hasta entonces sólo las
Voladoras sabían transformarse a voluntad en unas gigantescas baudas negras,
pero ninguna estaba dispuesta a compartir el secreto mejor guardado de su
milenario linaje. Fue la época en que ocurrió la tristemente célebre Rebelión
de las Voladoras.
Los años siguieron su curso y el misterio del
Coyún se fue olvidando.
Habrían de pasar varios siglos, para que el
arte de la metamorfosis volviera a ser el centro de una enfermiza atención. Y
eso, porque los Esbirros (cuentan que ayudados por la intervención de los
Chuquinches) lograron dominar a la perfección el talento de transformarse en
animales cuadrúpedos. La novedad provocó la envidia inmediata de ciertos Brujos
Payos, que hace un par de generaciones venían experimentando en desdichadas
víctimas con un horrendo sistema de malformación inducida que llamaban imbunchismo.
Los descendientes de los Agoreros tampoco ocultaron su desazón; después de
todo, ellos habían descarriado el camino de la magia llegando incluso a
entrometerse con las presencias muertas del inframundo. Algo habían podido
hacer, una cosa que entre susurros mentaban como “macuñ”; pero nadie ajeno a
ellos, sabía lo que realmente era.
Los hechiceros marinos también quedaron al
margen del descubrimiento de los Esbirros… aunque por poco tiempo. Una fortuita
alianza de los Sumpall con el moribundo pueblo de los Laftrache, logró que los
Wedas (al mando de su líder Mallinko) tuvieran acceso al sortilegio del Coyún…
Aquí es preciso mencionar a Karimonei, el
Esbirro renegado que es uno de los protagonistas de “Machitún”. Él domina el
arte de la mutación como nadie, y las circunstancias lo han llevado a aparecer
en una de las Playas Prohibidas con el fin de ayudar a su amigo Segismundo. Enviado
por la propia machi Chillpila, karimonei está resuelto a mover las piezas que
sean necesarias para atar cabos sueltos y detener la incursión de las criaturas
marinas en los territorios humanos.
El Coyún ha sido y será fundamental para
obtener lo que en realidad desea… sin que Chillpila lo sepa.