Los Mayores
Se cuenta que al inicio del fatídico Alzamiento
de las Aguas, un grupo de seres humanos subió a las cumbres de las montañas en
busca de ayuda. Todas las costas y playas naturales que circundaban la tierra
estaban desapareciendo, y el oleaje había empezado a rebalsar y anegar las
praderas y los lindes de los grandes bosques. Asustados, los animales y las
criaturas mágicas que habitaban los territorios secos, de pronto debieron
comenzar a desplazarse huyendo del torrente invasor de la imparable marea. Cuando
aquel peligro arribó hasta los primeros Asentamientos humanos de diversos
clanes desperdigados en toda la superficie terrestre, un puñado de nobles líderes
formaron una alianza y trazaron un desesperado plan para sobrevivir al diluvio
marino.
La travesía hacia el cordón cordillerano resultó
ser una turbulenta aventura llena de altibajos, que puso a prueba el valor y la
diligencia de sus protagonistas. Hasta entonces ningún humano se había
aventurado a buscar el rastro de la mítica culebra Ten Tén en las cimas del mundo
conocido, excepto un joven aprendiz de hechicero llamado Raico… del cual jamás
se había vuelto a saber nada.
El ascenso por las escarpadas montañas tampoco
fue una tarea sencilla, pues ese grupo de guerreros no estaba acostumbrado a
lidiar con los vientos ciclónicos y las temperaturas de hielo de esas alturas.
No obstante, después de casi haber perdido las esperanzas lograron hallar el sendero
y la entrada al refugio donde dormitaba la titánica diosa.
Para sorpresa de los exploradores, en el umbral
del oculto cubil fueron recibidos por unos ancianos y delgados seres que se
presentaron como “Los Mayores”. Dijeron ser de una raza inmemorial y hermética,
cuya única misión de generación en generación era custodiar la paz del perpetuo
sueño de Ten Tén. Advirtieron que por ninguna razón se debía interrumpir el
descanso de la culebra, menos aún con las nimiedades del mundo humano, pues la
dimensión donde ella influía y transitaba era distinta a la de aquellas regiones
y latitudes. Ninguno de ellos estaba dispuesto a romper el vínculo de eternos
vigías por el capricho o las urgencias de otras entidades.
Los líderes de los distintos clanes,
desesperados por lo que implicaba aquella carrera contra el tiempo, aceptaron a
regañadientes la imposibilidad de hablar con la diosa Ten Tén, pero les
suplicaron su inmediato apoyo o auxilio en cualquier otra forma. Al contemplar
su creciente y evidente angustia, los Mayores fueron movidos a misericordia y terminaron
ofreciéndoles la única ayuda que les podían brindar: el conocimiento y uso de
la antigua magia primigenia.
De ese modo, los Mayores compartieron con los
humanos uno de sus secretos mejor guardados: la visita a una hendidura
montañosa que ellos llamaban el Foso de las Escamas. El antro era un lugar
recóndito donde apenas llegaba la luz del sol y que permanecía tapizado por
miles de placas ovoides, semejantes a pedazos de corteza de árboles. Esos
trozos no eran otra cosa más que las escamas secas que Ten Tén Vilú había
soltado en su última muda de piel; en apariencia, un reguero de cáscaras
inútiles, tan solo materia orgánica muerta. Pero los Mayores explicaron que
cada fragmento de la anterior piel de la gran culebra, contenía propiedades
mágicas, que con un buen uso podrían ser de una enorme utilidad.
Entonces aquellos guardianes del reposo de Ten
Tén, les obsequiaron al grupo de humanos todas las escamas que quisieran y
pudieran llevar de regreso a sus Asentamientos. Fue la primera vez que los
líderes de los clanes contemplaron a los Gurutreguas, los Ruendes y los felinos
Cod Cod, enormes animales nacidos en las cumbres montañosas y que acompañaban
desde el inicio de los tiempos a los Mayores. Las bestias aparecieron ataviadas
con unos rústicos collares y sirvieron para llevar sobre sus amplios lomos la
carga acumulada rumbo a los lejanos valles donde habitaban las tribus
bordemarinas.
Y por supuesto, la virtud de aquellas escamas de
la poderosa culebra de tierra sirvió para frenar (al menos por un buen lapso de
tiempo) el avance de las aguas. Cada clan familiar les dio un uso diferente y
exitoso.
Desde entonces, los Mayores pasaron a formar
parte de la vida cotidiana como los guardianes de las montañas, como los
custodios del sueño sempiterno de Ten Tén.
Cuando Cai Cai Vilú se enteró del lazo fraterno
que unía a los humanos y el séquito de fieles de su peor enemiga, decidió tomar
medidas más drásticas.
La guerra estaba a punto de empezar…