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SEMILLAS DE CAMAHUETO

KARIMONEI



Karimonei

   En la amplitud de la tierra bordemarina y más allá de los límites mágicos demarcados por mandato de Ten Ten Vilú, el enigmático Karimonei es conocido como el más despiadado y poderoso Esbirro de los bosques. Y en cierto modo eso es verdadero, pero también resulta ser un tanto falso.

   Es verdad, porque en efecto Karimonei ha pertenecido desde muy joven a la agrupación de los famosos Esbirros, una rama de los hechiceros Agoreros destinados exclusivamente al arte de la guerra; a la protección y defensa de los seres humanos, y al asalto o contra ataque en pos de fuerzas enemigas del aire, del mar y del mundo de los espíritus.

   De igual manera, se trata de una mentira, pues en la actualidad Karimonei es un Esbirro renegado que deambula solitario por el mundo, sin rendirle cuenta de sus actos a nadie. No posee mayores pertenencias, ni tampoco una morada fija. Cuando su cuerpo irradia cansancio o refleja los síntomas de alguna enfermedad, suele desaparecer de las aldeas durante largas temporadas, para reaparecer en los sitios más impensados luciendo una apariencia asombrosamente jovial y renovada. El título de Esbirro, ha quedado grabado de sus lejanas escaramuzas como sicario de los viejos Agoreros; pero ya no es parte activa de ninguno de aquellos grupos… lo que le ha traído más de algún contratiempo.

   Dicen que la ruptura de sus lazos afectivos y de camaradería, tuvo relación directa con la dolorosa muerte de su mentor, un Agorero manco llamado Parankán.

   Como leal seguidor de las artes mágicas, Karimonei cuenta con un sin número de habilidades propias de su legendario oficio. Es capaz de trastocar su fisonomía y transformarse en un cuadrúpedo de aspecto similar a un perro, y así cubrir a gran velocidad las distancias más apartadas entre un punto y otro del vasto territorio donde habitan huilliches y payos. Canalizando las reservas de su fuerza física, puede manipular a su antojo enormes cantidades de materia orgánica y diversos elementos que forman parte de la naturaleza; y de igual modo, tiene la singular facultad de comunicar mentalmente sus pensamientos a otros seres, motivándolos o convenciéndolos para que le ayuden a lograr sus objetivos; el efecto de este poder también actúa sobre los reptiles, los insectos, las aves y la mayoría de los animales de tierra. Hay quienes aseguran que tiene una cierta debilidad por los felinos, ya que suele verse acompañado en sus misiones por los escasos Cod Cod originales que todavía deambulan por los montes legendarios. En el mar, sin embargo, las increíbles facultades de Karimonei pierden su energía y tenacidad.

   Como si tales destrezas no fueran suficiente poderío en manos de un solo hombre, karimonei es dueño de uno de los escasos amuletos kura que aún subsisten desde la Gran Batalla de las Culebras. El singular objeto, le fue obsequiado por su entrañable maestro Parankán, justo antes de morir: el amuleto representa la fortaleza de un Pillán benigno (con los brazos hacia arriba, en señal de invocación) tallado en piedra de cancahua y recubierto por la magia del inigualable y ambidiestro Kamañ.

   Para karimonei, la posesión de dicho artefacto resume y representa todo lo que significó su brutal adiestramiento en las artes místicas caminando al lado de los Esbirros.

   Quizá la mayor virtud de aquel extraordinario talismán, sea que puede controlar la voluntad de ciertos seres que pueblan la dimensión de lo prodigioso. Ya en el remoto pasado los ejércitos terrestres (comandados por unos jóvenes e inexpertos Agoreros) utilizaron los amuletos kura para sumar a sus filas a los enormes semi mamíferos que vivían en lo más recóndito de los bosques; y también a las portentosas aves de dos cabezas, que moraban en lo más alto de los picos cordilleranos. La utilidad del artilugio creado por Kamañ, fue innegable.

   El obsequio del difunto Parankán, ha servido para que actualmente Karimonei tenga completo control sobre el pensar y el actuar de Koylotufe y Allipén, dos desquiciados miembros de la casta maldita de los Peuchenes. Así, el par de mutantes se han convertido en unos inusitados y muy útiles lacayos.

   Karimonei irrumpe en “Machitún” salvando a Segismundo, uno de los pocos amigos que le quedan en la aldea donde nació y creció, y desde donde comenzó su duro aprendizaje y entrenamiento como renombrado hechicero a la sombra de su fallecido benefactor, el entrañable maestro Parankán.